Bienvenidos al blog del Grupo Joven de la Real, Servita y Franciscana Hermandad de la Soledad, de la Vera Cruz y de San Cristóbal de Villarrubia de los Ojos. Esta herramienta virtual pretende ser el reflejo del emprendimiento personal que un grupo de jóvenes de la Hermandad de "los blancos" ha querido llevar a cabo para colaborar en estrecha unión con nuestra cofradía. A través de esta página queremos, además, haceros partícipes de todos los proyectos e iniciativas que nuestra Hermandad desarrolla o quiere poner en marcha en un futuro próximo, así como diferentes actos relacionados con la Semana Santa de Villarrubia, declarada de Interés Turístico Regional desde 2014, y la religiosidad del municipio. Ante cualquier duda, queja o sugerencia, podéis dirigiros a la siguiente dirección de e-mail: grupojovensoledadyvera-cruz@hotmail.es







viernes, 7 de abril de 2017

Carta de nuestro consiliario para la Semana Santa 2017

Esta vez, es nuestro cura-párroco y consiliario, don Ángel Julián Plaza Pérez de Madrid, el que se acerca con un escrito a nuestro blog. 
Como cada año, accede encantado a nuestras peticiones, que en este caso, han ido volcadas a la reflexión a los Siete Dolores de la Virgen, y qué mejor día que éste, Viernes de Dolores para compartirlo: 

LAS SIETE ESPADAS DEL CORAZÓN DE MARÍA

"Os ofrezco esta reflexión sobre el misterio de los María Madre Dolorosa:

Evangelio:

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre:
«Mira, éste ha sido puesto como (causa de) caída y resurrección de muchos en Israel,
como una señal controvertida, y una espada atravesará tu misma alma,
para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones» (Lc 2, 33-35)

Primera espada: La solidaridad de María

Simeón presenta ante María, Madre, el destino de su hijo
Jesús será causa de caída y de resurrección de muchos en Israel (una señal controvertida) y no todos se alegrarán de su venida como Simeón: Unos se alzarán y gozarán, otros negarán al Cristo, negarán a sus hermanos.

Esta es la experiencia más sangrante de la iglesia antigua. El tema de la caída y elevación viene a situarnos donde nos ponía ya el Magníficat, el primer canto de María, cuando dijo: «derriba a los poderosos y enaltece a los humildes» (Lc 1,52).
María pone su vida, con Jesús, al servicio de los humillados y oprimidos.

Segunda espada: El sufrimiento de su pueblo Israel
   
El signo de Jesús divide a los judíos: les enfrenta unos a otros, les escinde (hace que caigan o se eleven). Pues bien, ella no puede quedar indiferente ante esa gran ruptura y crisis: es madre Israel, por eso sufre, revive en sí el dolor entero de su pueblo.
María sigue llevando en su entraña de madre a ese niño nacido, hecho grande y convertido en bandera discutida. Por eso, la batalla por Jesús sigue librándose dentro de su entraña. 
María comparte el sufrimiento y la responsabilidad de Jesús por su pueblo Israel y por todos los hombres; se pone al servicio de la causa del evangelio y de los pobres.


Tercera espada: El dolor y tarea de la fe, crisis del nacimiento mesiánico.
    
María enseñará a Jesús, le dará amor y palabra, le irá haciendo persona humana, con José, su esposo, hasta el día en que él empiece ya a ocuparse de las cosas de su Padre, es decir, de todos los hombres.
Jesús enseñará a María en un camino largo, iluminado y exigente de entrega por los demás. María ha dado la vida a su hijo para que luego el mismo hijo se la pida, para que la ponga con él, al servicio de todos.
Este es el signo de María: no empieza siendo ya virgen del todo al concebir y dar a luz a Jesús, sino que se hace "virgen", mujer y para todos, siguiendo a Jesús en el camino de las bienaventuranzas y
del don de la vida.

Cuarta espada. Compasión de Madre ante la Cruz de su Hijo
  
Simeón parece decir a María: ¡Este niño morirá de muerte dura y tú, su madre, le acompañarás, aprendiendo a dar la vida con él, a favor de los pobres y excluidos!
Aprender a ser madre de Jesús significa ser y hacerse madre y hermana de todos, en gesto de amor gozoso, pero también de capacidad de sufrimiento, a favor de los demás.
Ellos dos, madre e hijo, forman en el mundo la más fantástica pareja de amor y de sufrimiento creador de vida. Allí donde parece que todo acaba roto, que no queda más que llanto, ellos asumen el camino de la vida, en gesto de fidelidad, al servicio de todos los humanos.

Quinta espada para crecer y crear: Madre de todos los que sufren.
  
María no es ya sólo hermana y madre de un pueblo especial, sino madre de la humanidad mesiánica, de todos los varones y mujeres que se encuentran incluidos y representados en el Cristo.
De manera consecuente, ella padece en carne viva el dolor de la humanidad sufriente. Ese dolor es el lamento de la madre verdadera que ha de vivir en gesto de servicio universal.
Por eso, María lleva en su entraña la pasión de todos los hambrientos y sedientos, exiliados y desnudos, enfermos y cautivos que forman la hermandad o cuerpo sufriente de Jesús sobre la tierra.
Pero ella no sufre para desvanecerse, sino de manera creadora, convirtiendo su dolor en trauma de más alto alumbramiento. No es inútil su espada, no es infértil su llanto. La siembra del dolor se ha convertido dentro de su alma en gran cosecha redentora: ha transformado el llanto en germen de bienaventuranza.
Todos los devotos de María debemos traducir la devoción en gesto de amor fuerte en favor de los desamparados, afligidos y excluidos de la tierra. Así culmina y se realiza la virginidad plena de María, con Jesús, en gesto de servicio cercano y liberador hacia los demás.

Para que se revelen los pensamientos. 
Espada sexta: de muchos corazones
   
María ha traducido el camino de Jesús en forma de meditación interior, convirtiendo ese camino en vida de su vida, en un proceso de participación cordial que le lleva hasta la pascua, cuando ella ha transmitido su riqueza de creyente al resto de la Iglesia. 
María la contemplativa. El evangelio dice que ella conserva en su corazón y medita interiormente los aspectos del camino de Jesús.

Espada séptima: Para la vida del mundo
  
María, la mujer activa. Ella aparece en la iglesia como hermana y madre de los más pobres. Ahora María se descubre como un alma atravesada por la espada: en el deseo de su vida ha introducido Dios la espada de Jesús, aquella «palabra poderosa y muy cortante que penetra hasta las mismas junturas del alma-espíritu, juzgando (desnudando) los deseos y pensamientos más profundos del mismo corazón» (Heb 4,12-13).
 Bajo el juicio de esa gran palabra se descubre María penetrada, iluminada y recreada en el dolor por esa llama de Dios que es Jesucristo. Así puede decir y dice las palabras del Magníficat:
«Derriba a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos…» (Lc 1,52-53).
Ésta es su virginidad, éste su misterio y compromiso en el camino de la Iglesia y de la humanidad".

Julián Plaza, desde un texto de Xabier Picaza.

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